martes, 8 de enero de 2019

Liberales y conservadores

Cada vez que leemos noticias, artículos de opinión y hasta escritos académicos, podemos encontrar en ellos una división de las personas. Sobre todo tratándose de política, pero no únicamente. Esta división suele distinguir dos grupos: liberales y conservadores.
    Sin embargo ésta visión del mundo no siempre es la más conveniente. Un ejemplo muy claro: el papa Francisco. ¿A qué categoría pertenece el obispo de Roma, de quien casi todos han hablado? Para gente calificada como "ultraconservadora", quizás sea un liberal. Pero para quienes piensan que el aborto es un derecho, el pontífice no es considerado sino conservador, sobre todo al usar el término despectivamente. De hecho, en un extremo, podrían considerarlo (por increíble que parezca) "ultraconservador".
    Aunque términos como liberal y conservador pueden ser de gran ayuda al indagar sobre las convicciones políticas e ideológicas de grandes grupos de personas, suele convertirse en un problema cuando se trata de personas específicas o cuando intenta generalizarse la clasificación. Más aún si no nos detenemos a pensar si resulta útil en un determinado asunto a tratar o para un contexto específico.
   Esto puede llevarnos a entender mal una situación real por no reconocer tales dificultades. Sobre todo porque estos términos tienen múltiples significados. 
   Sería difícil encontrar un político que no quiera ser considerado liberal, por lo menos en uno de sus sentidos. En nuestras sociedades democráticas modernas, generalmente los políticos no quieren ser asociados con regímenes autoritarios.
    Los políticos desean atraer al mayor número posible de votantes y evitan muchas veces identificarse como conservadores o "de derecha", pues consideran que podría alejar potenciales simpatizantes de sus filas. Suelen ser periodistas, opositores y otros comunicadores, quienes califican a una figura pública como (ultra)conservador, aunque claro que esto depende del medio de comunicación del que se trate y hacia que lado del espectro político se sientan inclinados.

 La mejor práctica para evitar confundirnos con la información consiste en ser críticos y cuidadosos (o incluso algo escépticos) y no recibirla pasivamente. Otro ejercicio que podemos llevar a cabo para estar verdaderamente mejor informados (y no manipulados o engañados); consiste en contrastar noticias, datos u otra información, obtenida de un medio de cierta tendencia o corriente ideológica, con los de algún otro canal del campo opuesto. Por último, corroborar datos de fuentes directas resulta el método más complejo, pero también más perfecto, de comprobar la veracidad.

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